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𝐈𝐈

─ Adentro.─ es la demanda de la mayor cuando la empuja hacia el cubículo más cercano, cayendo Sakura sobre la tapa. Kazuha la mira desde arriba, superior y sensual, cuando se saca la chaqueta y la deja caer al suelo.

─ ¿Qué haces?

─ Cállate.─ Kazuha no tiene vergüenza en que la contraria se de cuenta de la reacción de su cuerpo, incluso un poco orgullosa Sana de haber provocado esa reacción en la contraria, obteniendo el comienzo de la propia al sentarse Kazuha sobre sus piernas.

Se besan, tanto y tan fuerte, tan húmedo y prohibido que el pensar en lo que hacen les sube el lívido por los cielos, chocando sus labios, sus caderas buscando la fricción ajena y gimen, sin freno ni pudor. Kazuha le besa el cuello, le pasa las manos por el pecho y la espalda, le araña la piel y le muerde las clavículas, marcando a su gusto la nívea piel de la menor, quien echa la cabeza hacia atrás, presa del placer y lleva sus dedos al pantalón de la mayor.

Kazuha se pone de pie, sus pantalones a mitad de sus glúteos y la firme y húmeda erección aprisionada bajo la tela blanca, reclamando atención al ser liberada, la rosada punta bañada del preseminal, Kazuha ondeando sus caderas hacia adelante y atrás rodeando su miembro.

Sakura traga saliva, se levanta apenas lo suficiente y baja con cuidado el elástico, ante la mirada fija de Kazuha en sus movimientos. De pronto demasiado cohibido, se detiene antes de bajarlo por completo.

─ No es un buen momento, Miyawaki.─ Kazuha no detiene el suave vaivén sobre su cuerpo.

─ Lo sé, es sólo que... Nunca, yo...

─ Entiendo.─ Kazuha se acerca, con cuidado y sus ojos fijos en los ajenos, brillantes. Rodea la cadera de la menor con sus piernas, erguido sobre su pecho mientras libera de a poco los pechos de Sakura.─ Yo tampoco.

Sakura gime al sentir la mano de Nakamura acariciar sus pechos mientras acariciaba su miembro, un dulce y caliente toque que las embriaga y sabe tan bien, se siente tan bien. Es la mayor quien se mueve primero, empujando hacia arriba, rozando deliciosamente contra Sakura quien le muerde los labios y afianza de los costados del cubículo. Cuando la mayor de ambas le sujeta el cabello desde atrás, es el delirio, el infierno mismo revestido de ardiente tentación, nuevas sensaciones abrumadoras que lo atascan por completo nublando sus sentidos.

Pero no todo podía ser tan bueno.

─ ¿Sakura? ─ llama alguien desde el otro lado de la puerta, dando toquesitos insistentes que le disparan la migraña a una frustrada Kazuha. La pelinegra suelta un quejido ronco, levantándose de golpe y dejando a Sakura sinceramente descolocada y todavía en el limbo.─ ¿Está todo bien ahí?

─ Arriba.─ Kazuha se sube a tirones la bragueta, acomodándo la blusa a cuadros abierta sobre sus hombros que ha recogido del suelo, lleva en el antebrazo la chaqueta de cuero. Sakura no le responde.─ ¡Que te muevas! Llegó tu mami a buscarte.

Con una patada abre el cubículo, frustrada, molesta y claramente harta de toda la mierda que lleva y que recientemente pudo aceptar (de alguna forma bizarra) en voz alta, para que llegara esa tal Rei a cagarle el palo. Literalmente.

Sakura se revuelve con hastío el cabello, poniéndose de pie, se agacha torpemente y recoge su blusa estampada, antes de ponérsela a tirones, abrumada, y salir, visiblemente consternada del cubiculo.

─ Escucháme, Miyawaki.─ Kazuha le da la espalda, encendiendo un cigarrillo entre sus labios. Después de una honda primera calada, abre el grifo, metiendo las manos y mitigando también el sonido de su voz.─ Mañana, en tu casa. Quiero ese maldito reporte listo y para un cien limpio.─ El cigarrillo le cuelga de un costado cuando habla.─ Inventale un cuento chino a tu noviesita.

─ Unnie...─ se adelanta Sakura, hecha un maldito desastre con el cabello revuelto, los labios hinchados y las marcas saliendo de su blusa, asomando, una obra de arte e inocencia corrompida que hace que Kazuha sonría como una hija de puta.

─ Ni una palabra.─ sube el cierre de su chaqueta y con esa sonrisa abandona el baño. Al abrir la puerta, una bajita de ojos pequeños y expresivos la mira pálida, con el puño en alto. Kazuha pisa con fuerza y Rei retrocede un paso.─ Bu. ─ y el humo rodea su rostro.

Kazuha llega a su mesa como si nada, cínica y con el asqueroso descaro de besar a Ningning, sólo para nivelar la balanza y mostrarse casual.

Dentro de un cubículo y con la cabeza vuelta un lío, el pulso por el cielo y la respiración errática, Sakura finge tener náuseas a su novia del otro lado de la puerta.

Y ciertamente, si las tiene.

─ K-kazu... Ah.. Ka-kazuh-ha...

─ Shhh... Te van a oír...

Sí, ciertamente y con la cara en alto Kazuha bien podría aceptar en ese momento que lo que hace es miserable pero, según sus ideales, es en nombre de la ciencia. Ciencia enfocada a sus pensamientos, mayormente.

Miyeon es solamente un peón en su ajedrez, una víctima de sus experimentos y ocurrencias cuando salió del baño después de masturbarse pensando en esa idiota. Mantuvo la farsa; le puso el pie, la amenazó como de costumbre y sin embargo, cuando su pecho tocó la espalda de Miyawaki y sujetó con fuerza su cabello, se descolocó por un momento, donde se encerró en el maldito baño. Al salir, Miyeon pasaba rumbo a algún sitio que no le importa y su mente se iluminó, tomando a la chica por sorpresa y después de un beso de convencimiento bastante hábil, helos ahí, en el armario del conserje mientras Kazuha lucha con sus demonios para conseguir una erección o mínimo, dejar de pensar en Sakura.

─ ¿Eh? ─ con el cabello en la cara, sonrojada y en el lívido puro, Miyeon se incorpora a como puede.─ ¿Dijis.. Te algo?

¡Carajo!

─ Nada.─ la besa, fuerte y demandante y por un momento, ella parece olvidarlo.

Olvidar que Kazuha gruñó un "Sakura..." mientras le besaba el cuello.

Estaba jodida.

Realmente jodida, en la maldita mierda.

Sakura patea de nuevo una piedra que lleva pateando desde la salida del instituto, murmurando insultos varios entre dientes dirigidos a su persona. Lleva las manos en los bolsillos de la sudadera mientras camina por la calle rumbo a casa, con un huracán mental en la mente y demasiadas preguntas, sentimientos encontrados hechos una bola que se alberga en su garganta y le da jaqueca.

¿No se supone que la odiaba? Demonios, uno besa y toca de esa forma a alguien que odia además ¿Estaba dispuesta a tener sexo con Kazuha... No, no, con Nakamura Kazuha por primera vez? No podía simplemente estar sucediendo, en un parpadeo todo lo que creía conocer se fue al mismísimo demonio y la única persona que podría ayudarla, decidió "darle su espacio". Si, definitivamente Rei era una ángel comprensiva y amable mientras Sakura sólo era una enorme estúpida.

Entre más lo piensa, menos tiene sentido que su bravucona ahora resultara desearla en una forma tan extrema y además lo hiciera sentir tan malditamente bie-

─ Basta.─ se recrimina en voz alta, pateando con demasiada fuerza la piedra.─ Esto no tiene sentido.

Saca las llaves de su mochila, metiendo la indicada en la puerta para girar y empujar con el hombro. Sakura deja caer su mochila a un lado de sus zapatos y ubicado su sofá de juegos, se deja caer de frente en este.

─ No tiene sentido...

Kazuha. Nakamura Kazuha que la había fastidiado desde su primer día de clases, que le rompió dos pares de gafas y estrelló su leche de fresas contra el suelo sin miramientos, la misma chica de los piercings que la trató de gusano desde que inició el instituto ahora ¿resulta que gusta de ella? Entre más lo piensa, más imposible parece. Tuvo tantas novias, todas chicas guapas, chicas a las que Sana conoce de una u otra forma. Sus amigas, todas de novias con una linda muchacha, Kazuha siempre rodeada de señoritas y entonces... ¿Qué estaba mal en la ecuación?

Kazuha era la x a despejar y Sakufa gime de frustración al no encontrar una fórmula que lo logre.

Alguien llama a la puerta y el estómago le da un vuelco en su sitio, escuchando los insistentes toquidos de quien sabe está del otro lado. Más allá de lo que pasó o no, Sana sabe que iría a recoger su proyecto de Química terminado esa tarde y se levanta, sólo para terminar con su sufrimiento.

─ Hola...

─ ¿Te vas a quitar en algún momento?

Kazuha, tan en su papel como siempre, con los jeans rotos de todos lados y una blusa verde militar junto a su fiel cazadora de cuero. Sakura se detiene un poco a mirarla y se da cuenta de sus facciones, siendo Nakamura definitivamente una chica atractiva, con esos ojos, cicatrices en el labio que se notan recién hechas y una cinta blanca recorriendo su tabique de un sitio a otro.

Hermosa, Nakamura era malditamente Hermosa y a Sakura le da vértigo de tan solo pensarlo.

─ Lo siento, pasa, traeré el proyecto.─ Sakura se rasca la nuca, entrando su invitada no muy deseada a la casa. Se desata con parsimonia los converse, mientras la anfitriona toma de un librero un paquete de hojas que le extiende en un sobre amarillo.

─ Uh... Unnie, tú...

─ ¿Qué?

─ ¿Vas a... Quedarte, un rato? ─ mirando los zapatos en la entrada, Sakura traga saliva con dificultad.

─ Sí. ─ demanda Kazuha.─ ¿Tienes algún problema?

Sakura niega con la cabeza.─ No... Iré a traer té.

─ No seas infantil, Miyawaki.─ andando tranquilamente hasta la sala, aunque cojeando un poco, Kazuha se deja caer en el sofá con una mueca de dolor.─ ¿No tienes una cerveza?

Sakura niega en silencio, sin quitarle la mirada a la abatida pelinegra en su sofá.─ ¿Estás bien, unnie?

─ Sí.

¿Cómo fue que todo terminó así? Hacía tantos años que no se dejaba golpear de esa forma, tan patética y horriblemente abatida por ese imbécil. El golpe a su orgullo era mil veces peor que los que recibió de su hermano en el rostro, costillas, patadas en las piernas y sin embargo, Kazuha no pudo defenderse esta vez, como todas.

¿Cuál era su maldito problema? Se supone que estaba en el jodido servicio militar y no regresaría en al menos tres meses, lo suficiente para que terminara el instituto y se largara de ese maldito sitio para siempre. Era absurdo, incluso volvió más loca que antes.

Kazuha se lleva los dedos a los brazos, donde las cicatrices de cigarrillos encendidos ya no arden, sin embargo en ese momento lo hacen, como cuando era una niña. Sakura es demasiado observadora para su gusto y comenzará a hacer preguntas, preguntas que claramente no piensa responder.

─ ¿Unnie? ─ con un demonio.

─ Oye Miyawaki...─ desviando la atención, Tzuyu se mira los pies extendidos.─ ¿Dijiste que eras virgen, no?─ no la está viendo, pero sabe que está sonrojada.─ ¿No se supone que tienes un novia?

Afligida, Sakura niega con la cabeza.─ Hablamos ayer y ella, lo entiende, dijo que me daría tiempo...

─ En serio eres una monja.─ se mofa, buscando entre sus bolsillos un encendedor. Lleva el cigarrillo de su oreja a sus labios y ante la mirada asustada de Sakura, lo enciende.─ ¿Qué?

─ M-mi hermana...

─ Ah, ¿no fumas? No claro que no, eres Miyawaki Sakura.─ exhala. Los ojos asustados de Sana están sobre sus labios, sobre el humo que sale de ellos y Kazuha sonríe, iluminada.─ Quítamelo.

─ ¿Eh?

Riendo como si su cara de susto fuese el mejor chiste del mundo, Kazuha juega con el tubo entre sus dedos.─ Quítamelo, si ganas, lo apago.

Sakura aprieta los puños y asiente, antes de lanzarse sobre su unnie y arrebatar el cigarrillo sin éxito alguno recibiendo una carcajada.

─ ¡No seas lela! Anda, ─ lo extiende, juguetona.─ Quítamelo.

Sakura toma aire y con fuerza, se lanza al frente de nuevo, pero Kazuha hace un "Ole" antes de apartarse y la menor queda con medio estómago sobre el reposa brazos, a milímetros de su no-invitada. Con los ojos fijos uno en otro, Sakura mira como sobre su lengua, la mayor apaga el cigarrillo, sonriendo coqueta y altanera como siempre.

─ Mierda...

Kazuha sabe a nicotina, a sangre, se siente caliente y tan mala, tan prohibida y ardiente como ese beso en sí misma. Está sujeta de la blusa por esos dos puños de nudillos destrozados, le muerde los labios, tira de su piercing y se ríe entre besos, demasiado abrumado de todo como para pensar lo que está pasando. Sujeta de la nuca, Sakura siente a su unnie ponerse de pie y tirarla al sofá, sólo así se separan del beso y desde abajo, puede ver a Kazuha respirando agitada, sacándose el cinturón de la cadera.

─ ¿Unnie?

─ Me debes algo.─ la blusa abandona su cuerpo, dejando al descubierto su piel cubierta de moratones.

Sakura se saca la suya, con todo y la sudadera que termina en algún punto del suelo, obedeciendo algo que no se le pidió.─ Peleaste...

─ Todo el tiempo.─ asegura, acercándose al menor.─ Pero soy una chica ruda... Sakura...─ su lengua recorre el labio inferior de la menor. ─ Puedo con todo.

En un arranque de valor, Sakura pregunta. ─¿Y conmigo?

Una preciosa sonrisa cínica. ─ Sobre todo contigo, bebé...

Se besan de nuevo, con fuerza y demanda, Sana se derrite bajo los labios de la mayor, tocando con sus manos el pecho de Chou, su espalda, sus cintura y gime de gusto cuando se siente explorada del mismo modo, pero con fuerza. Fuerza es todo lo que Kazuha representa en su vida, una atracción mortal que lo desquicia como esos rasguños en su espalda, el ardor que necesita seguir sintiendo, el dolor en sus labios y en su piel siendo marcada.

Quizás si esté loca, tirando a lo masoquista.

Sakura levanta la cadera cuando siente las manos de Kazuha empujando hacia arriba, entretenido la mayor dejando marcas en su cuello, marcas que duelen en un nivel distinto, que definitivamente tienen un significado más allá de las de cada día. Su falda baja dejándola solo en ropa interior y Sana sisea al sentir el frío golpear su tan caliente y sensible zona.

Kazuha se quita sus jeans, dejando todo en el suelo y es ahí, con mucha más atención, que puede ver un fénix tatuado en su muslo, subiendo a su cadera. Se le antoja tan sexy, que Sakura se lame los labios de anticipo dejando a Nakamura con una sonrisa en los labios.

─ ¿Tienes lubricante?

─ ¿Eh?

Suspira.─ Lubricante, ¿tienes o no?

Sakura niega, peleando con todo su ser para no enrojecer. Bien, es real. Es hora. Está pasando.

Kazuha se talla la cara, halando con un dedo de su piercing. ─ Bien. ─ susurra, su mano tomando la cara de Sakura quien se mantiene boquiabierta.─ Abre.

Ah, sí. Si su hermano la había encontrado viendo porno lésbico y trans para instruirse, que al menos valiera la pena la golpiza que le puso.

Y lo vale totalmente cuando Sana abre la boca engullendo sus dedos con descaro, lamiendo aquí y allá, mandando descargas eléctricas a todo su cuerpo y espasmos a su erección. Sakura cierra los ojos, degustando y con una estela de saliva cayendo por su costado. Su lengua caliente, sus labios, su saliva la llevan a la locura y Kazuha se aparta antes de terminar cuando no es debido, solamente para atacar los labios de Sana con premura y ansiedad.

─ Eres más sucia de lo que pareces, Miyawaki Sakura.

Ella se encoge de hombros.

Kazuha la toma de una pierna, bajando sin cuidado la ropa interior de la menor hasta que termina en sus tobillos y se desliza al suelo. Se dedica a besarla para que se distraiga, mientras con cuidado tantea la zona y sin aviso, introduce la mitad del índice.

Sakura pega un grito entre dientes y echa la cabeza hacia atrás, aferrando las uñas a la espalda de Tzuyu. La mayor espera por una señal, porque será de todo menos desconsiderada.

Cuando la menor se muestra más relajada, Sakura avanza hasta el tope, deja caer su frente en el pecho de la contraria, nublada de la sensación apretada y cálida que la rodea. Su pene tiembla de anticipo y debe llevarse la zurda a la zona para calmar, moviéndose de arriba a abajo con lentitud. Sakura respira, hondo y tratando de acostumbrarse a la invasión, sin recibir respuesta de Kazuha quien lucha contra sus propios demonios. Empuja su cadera hacia abajo, lenta y tortuosamente y la atención de la mayor recae de nuevo en ella, cuando Kazuha se despega de su pecho y mueve la muñeca, adelante y atrás.

A medida que lo hace, el dolor disminuye, aliviando también la sensación enfocándose en su propio miembro, que acaricia tratando de llevar la atención a otro lado. Pronto es solamente un ardor sutil lo que la rodea y Sakura pide el segundo dedo en palabras mudas, moviendo su cadera insistentemente y cuando lo recibe, un nuevo gemido escapa, pero cargada de necesidad apremiante. Kazuha la prepara, abre y cierra los dedos y empuja hacia adentro cada vez más al fondo, donde sin saberlo toca el punto clave de su encuentro.

─ ¡Aahg! Demonios, sí... ─ Sakura tiene la voz ligeramente más ronca, pastosa de placer cuando gime y Kazuha entiende el mensaje, tocando ese punto en repetidas ocasiones.

Sana solo atina a aferrarse de la espalda de Kazuha, moviendo su cabeza de un lado a otro frenéticamente. Cuando la mayor abandona su tarea y escucha el chasquido de su mano contra su miembro, se contrae sin desearlo, pero por sorpresa, un suave beso es depositado en sus labios, uno totalmente bien intencionado.

─ ¿Lista?

Los ojos de Kazuha son preciosos, cuando brillan de ese modo tan alejado de la maldad y sin máscaras en medio.

Sakura asiente y sus labios son sellados de nuevo, con la misma calma y cuidado. El dolor se acaba cuando Kazuha entra, despacio, guiada por su mano y se le escapa un gemido agudo, mezclado de nervios y anticipo. La siente abrirse paso en su interior sin reclamarla, totalmente a su merced y Kazuha gime, gruñe y delira de la cálida sensación opresiva.

─ Mierda...─ maldice, sus ojos cerrados y dientes apretados, hundiendo su cadera cada vez más.─ Eres deliciosa...

Roja y abrumada por un cumplido tan peculiar, Sakura se lleva ambas manos a la cara, sonriendo.

Cuando ha entrado por completo, se permiten respirar de nuevo, sus frentes unidas en silencio. Kazuha sale, un poco apenas y entra de nuevo, gimiendo ambas al unísono, cada vez más rápido, movimientos certeros y húmedos, chasquidos húmedos obscenos y tan malditamente buenos. Kazuha es exigente a cada estocada, le clava las uñas en las piernas, la levanta con fuerza y busca el ángulo de mayor profundidad, tomando la cadera de Sakura y dejando sus huellas moradas sobre la blanca piel. La menor se toma del pelo, se talla la cara y gime a la par que los golpes en su interior, llegando a un punto de delirio absoluto cuando Kazuha encuentra su dulce punto débil y la masturba, a la velocidad de sus estocadas.

No puede respirar, ni ver, no quiere abrir los ojos a miedo de ver borroso cuando el calor se apodera de su vientre, Kazuha de sus labios y de su cuerpo entero. Una última estocada firme y certera y el blanco nubla los sentidos de Sakura, quien en medio del orgasmo grita el nombre de su unnie, estallando esta en cuerdas blancas que llenan cálidamente su interior y escurren por sus muslos.

Kazuha cae rendida sobre su pecho una vez abandonado su interior, respirando como si hubiese corrido un maratón. Sakura le acaricia el cabello húmedo en la frente, mirando su rostro al dormir, cuando tan bella y tan frágil luce.

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